jueves, 4 de octubre de 2012

¿QUIÉN TE QUIERE A TI?




A partir de los 3 años es importante introducir normas de
convivencia en casa (no se pinta las paredes, ni se pega a los
demás, después de jugar se recoge la habitación) y explicarle
los motivos de estas normas con un lenguaje adecuado a su
edad porque ha alcanzado la habilidad de captar la relación
causa–efecto. Mediante normas e instrucciones claras y
simples, podemos empezar a enseñarles a controlar su
impulsividad y a asumir responsabilidades.


El niño y la niña de 3 a 6 años
• Aunque empiezo a darme cuenta de cómo se sienten
otros y a comprender que tienen sus propias intenciones
y deseos distintos a los míos (tiene que ver con el
desarrollo de la empatía), aún me cuesta entender otros
puntos de vista y tiendo a imponer mis deseos. Puede
parecer que soy egoísta, cabezota y tiendo a decir
“no”, pero es parte de mi desarrollo psicológico. Estoy
experimentando mi propia autonomía y juego a marcar
los límites de mi “poder”, por eso puedo tener rabietas si
no consigo lo que quiero.
• Me encanta jugar y es la mejor manera de aprender y
relacionarme con los demás. Mi vocabulario crece muy
rápido.
• Con 4 años soy muy activo. Me encanta saltar, correr y
soy muy observador. Quiero ayudar y hacer lo mismo
que los adultos: cocinar, limpiar, ir a la oficina o conducir.
• A partir de los 5 años disminuyen mis pataletas y me
gusta mucho que los demás se enorgullezcan de mí,
sobre todo mis padres.
• Empiezo a tener miedo a muñecos extraños o ciertas
melodías. Todo lo que pasa por mi imaginación creo que
puede ser real. Me gusta crear personajes imaginarios e
invento historias y diálogos. • Desde que llegué tengo curiosidad por las cosas que me rodean, pero ahora que puedo hablar, no paro de
preguntar por todo: ¿por qué? Hago preguntas que
ponen nerviosos a los adultos y muchas veces me
responden con “ya te explicaré esto cuando seas mayor”,
pero, ¿por qué?
¿Cómo responder adecuadamente a sus
necesidades ?
En esta etapa los padres y madres podéis agotaros con el
alto nivel de energía de los hijos. Es muy importante no
censurar su curiosidad, interesarse por sus dudas y tratar de
contestar a sus preguntas. Esta actitud le motivará a aprender,
a comprobar que conocer cosas es divertido, a buscar
información y a saber que no siempre tenemos respuestas
para todo.
El niño y la niña en esta etapa quiere ayudar,
pero su coordinación motora fina aún no
está del todo desarrollada, por lo que
derrama las cosas y ensucia mucho. Debemos
dejarle colaborar, enseñarle cómo
hacer las cosas y tener paciencia, no
sí mismo que no sean peligrosas.
También es fundamental poner límites y normas para que entienda que no puede conseguir todo lo que quiere, cuando quiera.
De esta manera, desde muy pequeño le enseñamos a tolerar sus frustraciones. Es importante también que entienda que sus padres están interesados en él o ella, pero no siempre pueden estar disponibles, también necesitan
descansar. Enseñarle autocontrol es un proceso lento en el
que el niño, poco a poco, aprenderá a aceptar desilusiones y
a posponer recompensas.
Puede empezar a desarrollar miedo a muchas cosas: a la oscuridad, a monstruos imaginarios, a que le abandonen, etc.
Necesita saber que le mantendrás a salvo; que si te ausentas, volverás. No debes avergonzarle por sus miedos o quitarles importancia: esto sólo le hará sentirse más vulnerable.
Cuando tenga miedo, escúchale y reconfórtale, ofrece
protección y evita exponerle a películas, imágenes o sonidos
que puedan provocarle pesadillas.

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