A partir de los 3 años es importante introducir normas de
convivencia en casa (no se pinta las paredes, ni se pega a
los
demás, después de jugar se recoge la habitación) y
explicarle
los motivos de estas normas con un lenguaje adecuado a su
edad porque ha alcanzado la habilidad de captar la relación
causa–efecto. Mediante normas e instrucciones claras y
simples, podemos empezar a enseñarles a controlar su
impulsividad y a asumir responsabilidades.
El
niño y la niña de 3 a 6 años
•
Aunque empiezo a darme cuenta de cómo se sienten
otros
y a comprender que tienen sus propias intenciones
y
deseos distintos a los míos (tiene que ver con el
desarrollo
de la empatía), aún me cuesta entender otros
puntos
de vista y tiendo a imponer mis deseos. Puede
parecer
que soy egoísta, cabezota y tiendo a decir
“no”,
pero es parte de mi desarrollo psicológico. Estoy
experimentando
mi propia autonomía y juego a marcar
los
límites de mi “poder”, por eso puedo tener rabietas si
no
consigo lo que quiero.
•
Me encanta jugar y es la mejor manera de aprender y
relacionarme
con los demás. Mi vocabulario crece muy
rápido.
•
Con 4 años soy muy activo. Me encanta saltar, correr y
soy
muy observador. Quiero ayudar y hacer lo mismo
que
los adultos: cocinar, limpiar, ir a la oficina o conducir.
•
A partir de los 5 años disminuyen mis pataletas y me
gusta
mucho que los demás se enorgullezcan de mí,
sobre
todo mis padres.
•
Empiezo a tener miedo a muñecos extraños o ciertas
melodías.
Todo lo que pasa por mi imaginación creo que
puede
ser real. Me gusta crear personajes imaginarios e
invento
historias y diálogos. • Desde que llegué tengo curiosidad por las cosas que me
rodean, pero ahora que puedo hablar, no paro de
preguntar
por todo: ¿por qué? Hago
preguntas que
ponen
nerviosos a los adultos y muchas veces me
responden
con “ya te explicaré esto cuando seas mayor”,
pero,
¿por qué?
¿Cómo
responder adecuadamente a sus
necesidades
?
En
esta etapa los padres y madres podéis agotaros con el
alto
nivel de energía de los hijos. Es muy importante no
censurar
su curiosidad, interesarse por sus dudas y tratar de
contestar
a sus preguntas. Esta actitud le motivará a aprender,
a
comprobar que conocer cosas es divertido, a buscar
información
y a saber que no siempre tenemos respuestas
para
todo.
El
niño y la niña en esta etapa quiere ayudar,
pero
su coordinación motora fina aún no
está
del todo desarrollada, por lo que
derrama
las cosas y ensucia mucho. Debemos
dejarle
colaborar, enseñarle cómo
hacer
las cosas y tener paciencia, no
sí
mismo que no sean peligrosas.
También
es fundamental poner límites y normas para que
entienda que no puede conseguir todo
lo que quiere, cuando quiera.
De
esta manera, desde muy pequeño le enseñamos a tolerar sus frustraciones. Es
importante también que entienda que sus padres están interesados en él o ella, pero
no siempre pueden estar disponibles, también necesitan
descansar.
Enseñarle autocontrol es un proceso lento en el
que
el niño, poco a poco, aprenderá a aceptar desilusiones y
a
posponer recompensas.
Puede
empezar a desarrollar miedo a muchas cosas: a la oscuridad, a monstruos
imaginarios, a que le abandonen, etc.
Necesita
saber que le mantendrás a salvo; que si te ausentas, volverás. No debes
avergonzarle por sus miedos o quitarles importancia: esto sólo le hará sentirse
más vulnerable.
Cuando
tenga miedo, escúchale y reconfórtale, ofrece
protección
y evita exponerle a películas, imágenes o sonidos
que
puedan provocarle pesadillas.
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